El sonido de la guerra se está extendiendo por todo el mundo, incluida Europa. Y las guerras siempre las paga la clase obrera.
Desde hace décadas nos han querido grabar en la cabeza que el sistema capitalista es el único modelo de organización económica y social que podemos soñar. Pero cada vez es más evidente que el capitalismo ha fracasado.
Junto con las habituales crisis económicas, el sistema capitalista, cuyo único objetivo es el crecimiento continuo y la acumulación de capital, ha provocado otras crisis que finalmente nos han llevado a una crisis de civilización. En un planeta con recursos naturales finitos, la emergencia ecológica ha puesto de manifiesto que la idea del desarrollo infinito no es sino una pesadilla. El cambio climático ya está aquí y estamos poniendo en peligro la propia especie humana y las condiciones para la supervivencia de las generaciones futuras. La crisis de los cuidados ha demostrado que la reproducción del sistema se hace mediante unas tareas de cuidados que recaen sobre las mujeres y no son remuneradas. El patriarcado es el solar indispensable del sistema capitalista. Por si eso fuera poco, las crisis también las convierten en espacio de negocio. Es obsceno y doloroso.
Todas esas crisis están teniendo consecuencias materiales y sociales en Euskal Herria, consecuencias graves. Desde 2008, las condiciones de vida y trabajo de cada vez más sectores de nuestra sociedad se están precarizando y empobreciendo. Mientras tanto, los beneficios de las grandes empresas baten nuevos récords cada año, también en el caso de muchas empresas vascas. La codicia de una minoría se basa en la miseria de cada vez más gente.
Además, se están produciendo cambios profundos en nuestro modelo económico. La nuestra era una economía basada en la industria, que está perdiendo peso. Al mismo tiempo que algunas empresas de aquí se están marchando, otras están siendo compradas por capital de fuera. Estamos perdiendo soberanía material, gota a gota, poco a poco, pero de manera permanente.
Sin embargo, no todo es negro y oscuro. En Euskal Herria podemos afirmar con orgullo que existe un pueblo trabajador vasco que se pone en pie y se rebela ante esa situación. Son muchos los ejemplos que demuestran que en este país hay base suficiente para caminar hacia otro modelo: huelga feminista de noviembre; huelgas y movilizaciones en favor de un sector público fuerte en sus diferentes ámbitos (universidad, educación, sanidad…); luchas organizadas, y en muchos casos ganadas, a nivel de empresa; un perseverante e incansable movimiento de pensionistas; la capacidad de transformación y de poner en marcha un modelo económico comprometido con Euskal Herria, capacidad que se ha demostrado históricamente y continúa hoy en día. Así mismo, los resultados de las últimas elecciones nos muestran que también hay fuerza para el cambio político indispensable para el cambio social. Gora Herria!
Nos quieren agachadas y resignadas. Pero ya viene la primavera del pueblo trabajador vasco. Vamos a recuperar el control democrático de nuestra economía, a poner la economía en manos de las trabajadoras y los trabajadores, y vamos a conquistar la soberanía política y económica necesaria para ello.
Se han abierto los debates sobre el estatus político y el nivel de soberanía de Euskal Herria, tanto en los territorios vascos como en los Estados español y francés. El poder y la capacidad de decisión de la clase trabajadora se reflejan en los resultados de esos debates. Lograr más poder de decisión como pueblo traerá consigo mayor poder para la clase trabajadora y mejores condiciones para llevar a cabo la transición al socialismo. Las trabajadoras y los trabajadores de Euskal Herria tenemos que estar a la altura de las oportunidades que el momento histórico nos ofrece.
Para ello, tenemos que tener un ojo en el horizonte, soñando y reflexionando sobre la brújula que nos ayude a dar con la dirección correcta. Y el otro ojo en las luchas diarias, en el ámbito social e institucional, en los diferentes pasos a dar desde hoy. Cuando reivindicamos la negociación colectiva estamos luchando por el poder de clase y el empoderamiento de la clase obrera. Cuando hacemos huelga y/o nos movilizamos por la sanidad pública o por un sistema de cuidados público y comunitario estamos plantando el brote de los sectores y servicios públicos de la Euskal Herria de mañana. Porque las luchas de hoy son las victorias de mañana.
Nuestro objetivo es la república vasca socialista, feminista, ecologista y euskaldun, y eso exige un permanente ejercicio de reflexión sobre lo que significa el socialismo hoy y aquí, en el siglo XXI y en Euskal Herria, y ese es nuestro compromiso.
Son muchos los riesgos y retos a los que nos enfrentamos, pero en Euskal Herria existen condiciones para la esperanza. Es nuestra responsabilidad, como pueblo y como clase, aprovecharlas, sin caer en actitudes meramente resistencialistas y reivindicativas. Si queremos superar las múltiples crisis del sistema capitalista y construir otro modelo económico y social tendremos que hacerlo colectivamente, mano con mano, sumando fuerzas, articulando mayorías sociales, aunando el cambio social con el cambio político y provocando transformaciones radicales como pueblo.
Es la hora del pueblo trabajador vasco, de las mujeres oprimidas, de las personas migrantes marginadas, de la juventud precarizada, de quienes rechazamos toda opresión. Es hora de reivindicar la paz ante la maquinaria de guerra. El Primero de Mayo tiene que ser reflejo de eso. Salgamos a la calle, celebremos el 50 aniversario del sindicato LAB. Llenemos las calles de Iruñea y Baiona en defensa de la clase trabajadora, para reivindicar el control y la democratización de la economía y levantar la bandera de la soberanía política y económica, indispensable también para eso.
Gora Euskal Langile Herria!
Gora Munduko langileria!