El juicio contra Josu Urrutikoetxea ha puesto de manifiesto, una vez más, que al igual que en el seno del Estado español existen también en el francés sectores poderosos que viven más cómodos aferrados al pasado, a una lógica de guerra pura y dura, sin ninguna voluntad de solución para el conflicto político vasco. Como es bien sabido, Urrutikoetxea ha participado en más de una ocasión como intermediario para encontrar una solución al conflicto. Sin embargo, el procurador del Tribunal Penal de París se empeña en criminalizar el intento de la búsqueda de la paz.
El único hecho que le atribuye a Urrutikoetxea es su presencia en Oslo como miembro de una delegación en las conversaciones mantenidas. A través de esta imputación pretende convertir el diálogo en delito.
Desgraciadamente, tanto en nuestro país como en ambos estados la paz tiene unos enemigos muy poderosos, empeñados en sabotear una paz justa y duradera. Siguen boicoteando el anhelo y deseo más profundo de la sociedad vasca.