El discurso del colapso está cobrando fuerza, pero es muy probable que nosotras no lleguemos a conocer ningún colapso: el capitalismo heteropatriarcal no va a estallar, porque el desastre no cambiará el mundo y la sociedad de un día para otro. Lo que estamos viviendo es el choque entre el capital y la vida; es decir, las consecuencias de un sistema colapsado: proceso de empobrecimiento generalizado y violento; remodelación permanente del modelo económico, político y social; ataques generalizados contra la democracia; explotación desmedida de los recursos naturales…
En Euskal Herria, esa es una situación estructural que nos debilita como pueblo y nos lleva a un situación complicada cara al futuro. Carecemos de instrumentos para hacerle frente como pueblo, y tampoco tenemos estructuras de estado para ello. Siendo imposible la democracia en esas condiciones, los procesos soberanistas son la única vía para llegar a condiciones democráticas. Ese es el reto, y ahí está la dificultad.
Todo eso nos afecta aún más a las mujeres: “hay que aguantar”, dice el discurso dominante, pero la capacidad de resistencia de la clase trabajadora es cada vez menor, y no digamos la de las mujeres trabajadoras. Así mismo, las medidas que se están adoptando son las mismas para toda la ciudadanía, y no favorecen a quienes mayor necesidad tienen. Eso, además de alimentar el modelo actual, fortalece los factores de discriminación y las desigualdades.
Por otro lado, los riesgos de retroceder en el camino hacia la liberación de las mujeres son muy reales, porque los retrocesos que las crisis globales traen consigo son muy evidentes:
• En la medida en que se desmantela lo público, dejan en manos del ámbito privado (sobre la espalda de las mujeres) la respuesta a las necesidades fundamentales para la vida.
• Las crisis nunca han sido una oportunidad para las mujeres. Y, una vez más, estamos viendo cómo aprovechan el contexto para atacar los pasos que se han dado por iniciativa del movimiento feminista; para derribar logros que han supuesto un hito en nuestra liberación. En diferentes instituciones se ha convertido en política cuestionar los derechos reproductivos, negar la perspectiva de género, dejar sin presupuesto las estrategias de igualdad… Eso demuestra dos cosas: que las conquistas no son irreversibles y que no cuentan con el respaldo jurídico suficiente.
• Al igual que cuando prevaleció el imaginario de la época de la igualdad, este momento del capitalismo patriarcal con pilla con el feminismo en las instituciones. Pero con escasos cambios, pues han producido pocos avances en las políticas de igualdad: por un lado, porque la dificultad de llegar a nuevos ámbitos; por otro lado, por la dificultad de dar pasos para superar los límites muchas veces denunciados desde el feminismo. Y, sobre todo, porque cuando se debilitan las políticas públicas y se recortan los recursos para ellas las políticas de igualdad son las más débiles entre las débiles.
En ese contexto, los retos de la estrategia feminista independentista son tres: en primer lugar, hay que hacerle frente a la reacción, defendiendo los derechos conquistados mediante la lucha e impidiendo cualquier retroceso. En segundo lugar, hay que organizar a la mayoría social soberanista que se adhiere al feminismo y siente la necesidad de una estrategia feminista eficaz. Para ello, hay que ofrecerle un horizonte: el estado vasco feminista y la transición feminista para llegar a él. Ese tiene que ser precisamente el espacio de alianza de la mayoría soberanista y feminista de Euskal Herria. Y nosotras vamos a impulsar instrumentos y proyectos que aporten en esa dirección.
En tercer lugar, en Euskal Herria se ha iniciado un nuevo ciclo de lucha feminista, y vamos a ser parte de él. Situando como reto prioritario la universalización del derecho al cuidado, vamos a recuperar la calle y la agencia política. Ese salto implica impugnar el sistema actual (traer las vidas al centro y combatir la jerarquía y la división sexual del trabajo), provocando un cambio cualitativo y cuantitativo en la situación material de las mujeres. Así mismo, la universalización del derecho al cuidado supondría un salto histórico en el proceso de liberación de las mujeres.
Por todo ello, vamos a combatir el paradigma actual: vamos a poner sobre la mesa la obligación y el derecho al cuidado, sacudiendo, entre otras cosas, las corresponsabilidades y las responsabilidades. Y, para garantizar el derecho al cuidado, tenemos que tener garantizados también otros derechos. En resumen, la universalización del derecho al cuidado exige toda una reorganización de la estructura política y el tejido público.
Por lo tanto, estamos ante una lucha transversal indispensable para afrontar el actual contexto económico y social. Una lucha que requiere interpelar e implicar a diferentes agentes y generar sinergias. Y nosotras seremos parte de esa lucha. Trayendo al centro las vidas de todas, no vamos a consentir ningún retroceso, vamos a defender lo logrado y vamos a transformar el presente desde el feminismo. Euskal Herri aske bat helburu, trantsizio feministaren bidean, independentziarako indarra!
Martxoaren 8an denok kalera.
Gora borroka feminista!
Gora elkar zaintzen duen herria!