El estigma levantado durante años sobre su persona no puede ser desmontado en unos días y los medios de comunicación españoles siguen haciéndose eco de las mismas filtraciones policiales o policíaco-judiciales de las que durante años se sirvieron. Y, con ese relato, parece no caber ninguna otra posibilidad que nuevas condenas y la prolongación de la prisión sine die para la presa política vasca.
Sin embargo, esas mismas informaciones periodísticas no se hacen eco en modo alguno del papel desempeñado por Marixol Iparragirre durante los últimos años para alimentar el proceso de paz iniciado hace ahora más de 8 años, ni para la resolución de las consecuencias del conflicto armado en que Euskal Herria ha estado sumergida durante 50 años.
Ni una palabra sobre su papel al frente del Colectivo de Presos Políticos Vascos (EPPK) a quien puso voz en diciembre de 2013 para mostrar la disposición a que se contemplase que el proceso de solución a la cuestión de las personas presas fuera escalonado, basado en compromisos individuales y tras asumir la responsabilidad colectiva sobre las consecuencias de sus acciones y mostrar voluntad para analizar la responsabilidad de cada preso dentro de un proceso acordado que reuniera las condiciones y garantías suficientes.
Tampoco ni una palabra sobre el papel jugado por Marixol en la elaboración del documento «Batasuna, elkartasuna eta Herriarenganako lotura» y en la implementación del debate que realizaron los presos políticos vascos en 2017 y que aprobado por mas del 73% de los presos y presas vascas situó a EPPK en el cambio de ciclo político, generando una nueva dinámica que ha podido ser advertida por toda la sociedad vasca y puesta al servicio de la paz.
Del mismo modo, nadie hace referencia a que la mayoría de las acusaciones contra Iparragirre están sustentadas en testimonios de terceras personas que denunciaron torturas y que por tanto no debieran tener validez alguna al estar contaminados por la tortura, un crimen de lesa humanidad.
Marixol va tener que enfrentarse a una Audiencia Nacional que, nacida como Tribunal de Excepción, ha juzgado a los vascos como jurisdicción de guerra, bajo leyes de excepción y aplicando todavía códigos penales que elevan el castigo a su máxima expresión, sin redenciones y buscando la prisión a vida.
Antes de ello, arquitecturas políticas y judiciales consiguieron alargar la estancia en prisión de los presos vascos más allá de la pena impuesta (Doctrina Parot), posteriormente la transposición fraudulenta de la decisión marco europea sobre el computo de las condenas cumplidas en otros estados de la Unión, y que ha continuado alargando sine die la estancia en prisión de más de medio centenar de presos y presas vascas condenándoles a dobles condenas y a un nuevo inicio desde cero una vez cumplimentada la condena francesa. Este es el caso de Marixol, que tras cumplir 20 años de condena el Estado español se está preparando, con las cartas marcadas, el terreno para volver a condenarla a decenas de años prisión.
El compromiso de Marixol Iparragirre con el proceso de paz fue igualmente advertido en 2018 cuando junto a Josu Urrutikoetxea, otro preso político vasco recientemente encarcelado y como ella estigmatizado durante años, pusieron cara y voz al final de ETA y certificaron la desaparición definitiva y para siempre del enfrentamiento político-militar.
La voluntad del estado español con la persecución de dobles condenas tanto para Josu como para Marixol no tiene otro objetivo que enterrar definitivamente el proceso de paz y hacer desparecer todo tipo de expectativas y esperanzas de un futuro de paz y convivencia. No tiene otro objeto que tratar de rubricar una final de ETA con vencedores y vencidos alejado de la autentica paz y con fines oscuros encaminados a que la violencia no desaparezca nunca de la ecuación del conflicto político.
MARIXOL ETXERA!!!