La de Igor no ha sido una muerte natural. Ya había cumplido las tres cuartas de la pena y, por si fuera poco, se encontraba enfermo. Según la propia legislación española tenía que estar en la calle. Por tanto, el fallecimiento de Igor podía haberse evitado. Se trata, en definitiva, de una muerte con unos responsables con nombres y apellidos. Igor González Sola no ha muerto. ¡Igor González Sola ha sido asesinado por una política penitenciaria de excepción y por todos aquellos que la sostienen!
La única violencia que sigue vigente hoy y aquí es la de los estados. Porque sí, mantener en prisión a presos gravemente enfermos es violencia; mantener a los presos aislados o alejados a cientos de kilómetros de sus casas es violencia; mantener en vigor una política penitenciaria excepcional que vulnera tanto la legislación internacional como la propia legislación española es violencia. ¡Ya es hora de que los Estados renuncien a su violencia! ¡Porque esa violencia está provocando sufrimiento y muertes hoy y aquí! Y este pueblo no quiere más sufrimiento y muerte. ¡Este pueblo quiere convivencia, paz y libertad! Por ello, ¿cuándo podremos hablar sobre la violencia de los estados en pasado? ¿Los estados cuándo van a dejar de utilizar la violencia para intentar imponer su proyecto político? Este pueblo quiere convivencia, paz y libertad, sí. Y no hay convivencia, ni paz, ni libertad mientras los y las presas sigan en prisión. Menos aún mientras sigan muriendo en prisión.
Con Igor González son 49 los vascos y vascas asesinadas por la política penitenciaria de excepción. Decimos que ya basta. ¡No queremos ni un solo muerto más! ¡Hay que acabar con esta situación, sin más dilaciones, ahora! No queremos palabras bonitas, sino hechos. ¡Y los queremos ahora! Durante mucho tiempo oímos que una vez desaparecida ETA la política de dispersión terminaría en 48 horas. Es más, en infinidad de ocasiones hemos tenido que escuchar que la ley está para que sea cumplida Pues bien, ¡cumplid la ley! ¡Cumplid con vuestra ley! ¡Aparcad vuestra política penitenciaria excepcional! ¡Dejad a los prisioneros que recorran su propio camino! Y sobre todo, ¡dejad que este pueblo avance hacia la paz y la libertad!
Para terminar, como decía el gran Periko Solabarria, “si no nos dejan soñar, no les dejaremos dormir”. Soñamos con la paz y la libertad, con la libertad de los presos y la de Euskal Herria. Vamos a seguir luchando para conseguir la paz y la libertad. Por ello, hacemos un llamamiento a quienes creáis que hay que acabar cuanto antes con esta situación: no os resigneis. Redoblemos nuestros esfuerzos.