NOTICIA


A cuidarnos y a movilizarnos

2020-11-04

La responsabilidad de un nuevo confinamiento no es de la gente, sino de esos gobernantes que no han hecho los deberes

Así pues, pensamos que hay que mirarse en el espejo de aquellos países que mejor lo han hecho, que han optado por una estrategia no de convivencia con el virus, sino de erradicación o supresión del mismo.

Vivimos tiempos difíciles, tiempos de gran incertidumbre. Realmente no sabemos en qué situación estaremos dentro de dos o tres semanas. Por eso he hacer una primera mención a los autónomos, a las personas con pequeños negocios, a las trabajadoras y creadoras del mundo de la cultura, a los que tienen dos o tres trabajos, a las trabajadoras sanitarias y cuidadoras, a los que tenéis más dificultades que nunca para llegar a fin de mes. Estamos con vosotras y, como hasta ahora, daremos lo mejor de nosotras mismas para que esta difícil situación se supere cuanto antes y nadie quede al margen.

La situación vuelve a ser muy grave, y pensamos que el primer paso para poder enfrentarla con éxito es adquirir consciencia de dicha gravedad. Euskal Herria es el tercer país del mundo en número de muertos por 1.000.000 de habitantes después de Perú y Bélgica) y seguida de España, Brasil y EEUU. Tenemos unas de las incidencias más altas de Europa. Los y las prefesionales sanitarias han lanzado un S.O.S.: con matices, pero la situación sanitaria del conjunto del país vuelve a ser insostenible. En Ipar Euskal Herria la gente ya están confinada y en Hegoalde, a pesar de la leve mejoría registrada en Nafarroa, todo apunta a un nuevo confinamiento.

La primera reflexión que debemos hacer pública es que la culpa de volver a encontrarnos en esta situación no es de la gente, tal y como se nos quiere hacer creer. La responsabilidad es de esa administración y esos gobernantes que no han hecho los deberes.

Durante décadas han aplicado el manual neoliberal y hecho recortes en sanidad, educación, cuidados, empleo... dejando absolutamente desprotegidas a las clases trabajadoras y populares y, en especial, a los sectores más vulnerables. Llegaron tarde y mal a la primera ola, por anteponer los intereses de unos pocos a la salud y la economía de la mayoría. Abordaron la desescalada de prisa y corriendo por esos mismos intereses (y unas elecciones), comprometiendo la clara mejoría alcanzada gracias al confinamiento y echando por la borda el ingente esfuerzo y sacrificio de la gente. Tan pronto salimos del confinamiento, llamaron a llenar playas y terrazas, proyectando una imagen de absoluta normalidad, propiciando un relajamiento generalizado y dando a entender que todo había acabado. Y finalmente han desaprovechado el tiempo ganado gracias al primer confinamiento y rehusado contratar más rastreadores, médicas, enfermeros, cuidadores, profesoras... para tratar de tomar la delantera al virus y alejar el riesgo de tener que volver a adoptar restricciones tan severas. Porque a mayor inversión pública, menor necesidad de restricciones.
Por lo tanto, la responsabilidad de un nuevo confinamiento no es de la gente, sino de esos gobernantes que no han hecho los deberes.

Llegados a este punto he aquí la segunda reflexión: decimos que si se nos va a volver a exigir un sacrificio como el de primavera, esta vez sí, tiene que ser para hacer los deberes; no podemos llegar a una hipotética tercera ola en esta misma situación. En este sentido, también decimos que creemos que hay que cambiar de estrategia: el objetivo ha sido “convivir con el virus” para salvar la economía y, cinco meses después, el resultado es que no tenemos ni salud ni economía. Así pues, pensamos que hay que mirarse en el espejo de aquellos países que mejor lo han hecho (Alemania, Finlandia, Dinamarca), que han optado por una estrategia no de convivencia con el virus, sino de erradicación o supresión del mismo, lo que exige: por un lado una alta capacidad de rastreo, detección y seguimiento del virus y por otro la adopción de medidas restrictivas tan pronto se detecte el crecimiento del número de contagios ya que no actuar a tiempo tan sólo conduce a agravar y alargar el problema y, finalmente, a tener que adoptar restricciones mucho más severas, que es el punto donde nos encontramos ahora.

Esta es la mejor garantía para mantener la actividad económica, porque al final, hay que tener claro que en tanto en cuanto no se controle y minimice la pandemia, no habrá recuperación económica.

Por último, decimos que esta crisis no la pueden pagar los de siempre. Y que no nos digan que no hay dinero, porque, por ejemplo, en la CAV tan sólo este año se va a destinar al TAV más del doble de lo que han destinado hasta ahora a combatir la pandemia. Por lo tanto, las restricciones tienen que venir acompañadas de las inversiones públicas necesarias para que el coste tanto de las restricciones como de la crisis social y económica no recaiga sobre las de siempre.

La izquierda abertzala va a seguir trabajando para superar esta crisis y abrir una puerta a la esperanza. Vamos a seguir luchando, por una respuesta eficaz y justa a la crisis; por una transformación social y económica en profundidad, pues tanto las causas como las consecuencias de esta pandemia remiten, en última instancia, al sistema capitalista depredador y a las políticas neoliberales; por la soberanía de nuestro país, para que la sociedad vasca pueda disponer libremente de las herramientas necesarias para poder cuidar y proteger a la gente sin tener que estar a expensas de decisiones o estados de alarma ajenos.

Finalmente, llamamos a la sociedad vasca en general y al independentismo de izquierdas en particular, a prepararse; vienen semanas duras, en las que va a haber que volver a activar ese espíritu comunitario, igualitario, generoso y solidario que siempre nos ha caracterizado. Toca a volver a actuar con la responsabilidad con la que no han actuado y no están actuando ellos. Llamamos también volver a priorizar los intereses y el bienestar colectivos a los individuales y a cuidarnos cuidando de las demás, sobre todo de las más vulnerables, porque nadie va a hacerlo por nosotras, y porque, de no hacerlo, las más perjudicadas seremos nosotras. Asimismo, también llamamos a defender, también en la calle, una respuesta justa a la crisis, respaldando todas aquellas movilizaciones en favor de los servicios públicos y los derechos sociales (pensionistas, contra los despidos, por la inversión pública en sanidad, educación, cultura, igualdad... y también organizando movilizaciones propias.