Tras acceder a las a las instalaciones de la central nuclear de Lemoiz y Sortu ha
desplegado dos pancartas de grandes dimensiones para reivindicar un cambio de rumbo radical en las políticas energéticas, económicas y sociales. Esta acción se ha desarrollado cuando se cumplen 50 años del inicio de las obras de la central y en la víspera del día contra la emergencia climática.
En la pancarta de 180 metros cuadrados desplegada desde una azotea de las
instalaciones se puede leer la palabra "Transición ecológica justa" y en otra de 50 metros cuadrados la palabra "Greenwhashing" tachada. Lemoiz tiene una gran carga simbólica, porque hace medio siglo el oligopolio de la energía apostó por la energía nuclear, pretensión que fue impedida por la lucha popular.
Las múltiples crisis que vivimos hoy no se han producido por casualidad. El
neoliberalismo ha llevado al borde del abismo tanto al planeta y como a la humanidad. La emergencia climática, la crisis energética o la situación bélica son consecuencia de un modelo de desarrollo fallido, el neoliberalismo. Y es que, entre otras cosas, el neoliberalismo se ha basado en la apuesta por las energías fósiles, la nuclear y un oligopolio que acumula ingentes beneficios en manos de unos pocos. Y detrás de todas estas decisiones hay responsables concretos como el IBEX-35 y la industria armamentística, los fondos buitre y la banca, Iberdrola, Petronor y las élites económicas y financieras. Los responsables son quienes durante décadas han aplicado políticas neoliberales. En definitiva, el capitalismo es el reponsable de la guerra, del saqueo, de la explotación, del cambio climático y de la pobreza.
Así pues, es necesario un cambio de rumbo de 180 grados. Urge una intervención no sólo del mercado energético, sino también del inmobiliario. Urge subir salarios y pensiones, repartir la riqueza, consolidar los servicios públicos y construir un sistema de cuidados público-comunitario.
Pero hay una buena noticia. Como demuestra la lucha de Lemoiz, es posible cambiar las cosas, es posible revertir el rumbo de estas apuestas fallidas. Por ello, hacemos un llamamiento a organizarnos como entonces, a luchar y a tomar las calles. En concreto, hacemos un llamamiento a desbordar las calles de Bilbao el 12 de noviembre para levantar la ola por el cambio en demanda de tres cosas concretas:
• Hay que acabar con la guerra. El neoliberalismo nos deja casi al borde de una guerra nuclear. Si cualquier guerra es antinatural, la nuclear inimginablemente cruel. Hay que llevar a cabo una desescalada militar a través de una solución diplomática y negociada.
• Se requiere un reparto radical de la riqueza. No es justo que el 1% acumule cada vez más riqueza a costa del sudor y el esfuerzo del resto. Es injusto que empresas como Iberdrola y Petronor acumulen ingentes beneficios mientras millones de personas están abocadas a pasar el invierno a oscuras y pasando frío. Hay que terminar con el oligopolio eléctrico y garantizar el control público del mismo y del resto de sectores estratégicos.
• Necesitamos soberanía. Los pueblos necesitan la soberanía para construir
nuevas sociedades y crear organizaciones sociales basadas en nuevos modelos de producción y consumo. Necesitamos soberanía energética (el 90% de la energía que consumimos en la CAV es importada, el 79% en Nafarroa Garaia y el 88% Ipar Euskal Herria), igual que necesitamos soberanía alimentaria y económica. Y necesitamos especialmente la soberanía política, porque en y desde Euskal Herria tenemos que acabar con el neoliberalismo como paso previo a superar el capitalismo, causa fundamental de todas estas injusticias.