NOTICIA


Balance electoral

2019-05-30

En términos de apoyo social, poder municipal y representación, estos resultados representan un solar magnífico para avanzar en el proceso de liberación.

EH Bildu es un espacio político que se está consolidando como proyecto soberanista de izquierdas y que, si hacemos bien las cosas, se irá fortaleciendo cada vez más.

En términos cuantitativos, el resultado obtenido por EH Bildu es histórico. Los 346.000 votos recogidos suponen el mayor volumen nunca alcanzado por el independentismo de izquierdas. Esos 346.000 votos representan 13.000 votos más que los conseguidos por Amaiur en 2011, y 180.000 más que los recogidos por EH Bildu en las elecciones españolas de hace apenas tres años. Por herrialdes y capitales, el independentismo de izquierdas ha cosechado más votos que nunca en Araba, en Gasteiz, en Bilbo, en Nafarroa, en Iruñea, en Errenteria y en otras muchas localidades. Esa es la primera idea que hay que poner sobre la mesa. Algo que debemos reivindicar sin soberbia pero con orgullo.

Por otra parte, EH Bildu se ha consolidado como primera fuerza municipalista tanto en el conjunto de Hego Euskal Herria como en Nafarroa y en Gipuzkoa, con un total de 1.247 concejalías. Así mismo, EH Bildu es la primera fuerza en mayorías absolutas y relativas: 99 y 27 respectivamente. Todo ello constituye un solar magnífico para seguir impulsando desde abajo y desde la izquierda el cambio político y social, la construcción de la República Vasca, pues, como bien sabemos, el poder municipal y el municipalismo son claves y albergan un potencial enorme para impulsar la construcción nacional y una transformación social profunda.

Por último, respecto a las elecciones europeas, la coalición formada por EH Bildu con ERC, BNG y soberanistas de izquierda de otros pueblos del estado ha conseguido 1.257.000 votos y 3 representantes (EH Bildu 1), ratificando la fuerza y virtualidad de la alianza que venimos impulsando desde hace tiempo con fuerzas soberanistas de izquierda de diferentes pueblos del Estado español.

Esos magníficos resultados cuantitativos no se han traducido en los objetivos cualitativos que nos habíamos marcado: si bien el partido todavía no ha finalizado, es posible que el cambio pierda Nafarroa e Iruñea, y, aunque en las últimas semanas se habían generado expectativas en torno a ello, no nos hemos hecho ni con Gasteiz ni con Gipuzkoa. Así es y así hay que admitirlo.

En cualquier caso, y esto es importante, eso no ha ocurrido porque el independentismo de izquierdas no haya hecho los deberes, sino por otras razones. En el caso de Nafarroa, Geroa Bai y la izquierda estatalista no han obtenido los resultados que esperaban. Es más, en el caso de la izquierda estatalista, la lucha fratricida interna y el hecho de que haya concurrido a las elecciones fragmentada en diferentes listas ha resultado determinante para que el cambio no haya obtenido el apoyo suficiente y necesario. En el caso de los retos que nos habíamos marcado para Gasteiz y Gipuzkoa, PNV y PSOE han “engullido” a PP y Podemos, y eso es lo que ha impedido que los magníficos resultados de EH Bildu hayan tenido una mayor traducción institucional. Evidentemente, tenemos que reflexionar sobre ello, pero difícilmente se le puede achacar a EH Bildu la responsabilidad de que sus aliados no hayan hecho los deberes o de que el PNV –su principal rival en la CAV– haya obtenido un apoyo aún mayor precisamente cuando una parte importante de ese apoyo se sustenta en el voto contra EH Bildu y, por lo tanto y paradójicamente, en el fortalecimiento de EH Bildu.

Sin ninguna duda, lo de Nafarroa es un gran golpe, pues en los próximos años tendremos que trabajar el proceso soberanista-transformador con menor poder institucional. No obstante, ese proceso, al igual que el cambio, no empezó ni empieza en las instituciones, sino en la calle, y tanto los resultados del independentismo de izquierdas como los resultados generales (aunque el cambio no ha ganado difícilmente puede decirse que el régimen sí lo ha hecho) y, sobre todo, el dinamismo, la activación y el nivel de movilización que la sociedad navarra ha mostrado en los últimos años son elementos que expresan claramente cuánto han avanzado en la calle tanto el cambio como el proceso soberanista.

Por otra parte, tanto las limitaciones e incapacidades que EH Bildu ha mostrado en determinadas áreas geográficas y realidades sociológicas (Bilbo Handia, Irun, Erribera...) como la ambición de que el independentismo de izquierdas mejore estos resultados e incluso logre la hegemonía socio-cultural y electoral tiene que llevarnos a repensar tanto el modelo de intervención a implementar en dichas realidades como el proyecto independentista en sí, al objeto de que ese proyecto pueda alcanzar la transversalidad que la construcción de la hegemonía socio-cultural y electoral exige.

No hemos alcanzado los objetivos cualitativos que nos habíamos marcado y, como acabamos de decir, tenemos que abordar determinadas reflexiones de cara al futuro, pero ello no puede llevarnos, de ninguna manera, a subestimar o infravalorar los resultados obtenidos por EH Bildu. En términos de apoyo social, poder municipal y representación en ayuntamientos, Juntas Generales, Parlamento de Nafarroa y Parlamento Europeo, estos resultados representan un solar magnífico para avanzar en el proceso de liberación.

Ese apoyo social/electoral tiene otras particularidades que hacen que esos ya de por sí buenos resultados sean aún mejores. El apoyo conseguido por Amaiur en 2011 se debió en gran medida al cambio de ciclo y, por lo tanto, a la firme apuesta por la paz. Ahora cabe deducir que el resultado obtenido por EH Bildu es consecuencia del proyecto político y la capacidad de gestión, con todo lo que ello supone.

EH Bildu es un espacio político que se está consolidando como proyecto soberanista de izquierdas y que, si hacemos bien las cosas, se irá fortaleciendo cada vez más. ¿Por qué? En primer lugar, porque tiene un proyecto concreto y una oferta clara para este país, un proyecto que pasa por alcanzar el máximo nivel de soberanía en todos los territorios, una oferta que pasa por construir un estado propio en forma de República Vasca, y, junto con ello, porque cada vez resulta más evidente que la soberanía es sinónimo de mayor bienestar. En segundo lugar, porque, como venimos repitiendo últimamente, tras largos años de lucha nuestros valores se están convirtiendo en hegemónicos y es cuestión de tiempo que esa mayoría progresista, feminista, ecologista, euskaltzale y soberanista que ya existe en nuestro país se decante por el soberanismo de izquierdas. En tercer lugar, porque con el paso del tiempo determinadas murallas y barreras del pasado están cayendo, lo cual posibilitará que, poco a poco, el independentismo de izquierdas vaya atrayendo hacia sí a espacios sociales que hasta hace poco le eran reactivos. En cuarto lugar, porque cada vez resulta más evidente que el soberanismo de izquierdas es sinónimo de capacidad de gestión y de buena gestión, lo cual le ofrecerá la posibilidad de atraer a amplios sectores sociales. Y, finalmente, porque el soberanismo de izquierdas está demostrando capacidad de alcanzar acuerdos con diferentes fuerzas políticas, lo cual le ofrece la posibilidad de construir una nueva centralidad basada en esos valores que ya hemos mencionado.